Tengo que decirlo, pero no quiero decirlo.
El año pasado, el verano fue un verano de merda, llevo varios años con un verano de merda. Pero el del año pasado fue el peor sin duda.
Nos fuimos varios días por curro a Menorca y, aunque el tema de curro salió extraordinariamente, nosotros podíamos habernos tirado mutuamente por un acantilado, así sin más.
Mientras preparaba torres de piedras y piedras, sólo pensaba en que no era justo estar así, yo soy muy afortunada pero nada lograba alegrarme.
No lograba unir pensamientos positivos y todo me molestaba.
Cuando lo recuerdo se me saltan las lágrimas y me pongo súper tristona.
Yo, viendo esto y quejándome del mundo, no me fastidies.
Pero os prometo que me sobrepasaron las situaciones sin poder controlarlas a tantos y tantos niveles, era imposible. Y, si en vez de apoyo, encuentras lastres en tu pareja es todavía peor para intentar tirar para adelante.
Hace dos semanas me escapé a la playa.
Y este próximo finde me voy con el Pichu. Sí, ya sé que es también por curro, pero no saco más días, no tengo más horas. Las dedico a todo, pero ha de ser de calidad el tiempo que tengamos para nosotros, que no serán ni 24 horas, pero serán las mejores, palabra.
No puedo recordarte con esta cara.
Quiero que nos descojonemos juntos.
Sentir un atardecer, pero sentirlo. No me vale verlo, nos tiene que quemar, axfisiar, hacer llorar.
¿Quieres?
¿Te vienes?
Quiero despertarme a tu lado, no estar en una cama.
Apaga todo.
Hasta que nos despertemos y volvamos.
Pero dame un día.
Sólo un día...
Luna.
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