jueves, 14 de abril de 2016

Reflexionar.

Os prometo que lo necesito.


Éste es Jaime.







Me gusta pensar con agua, me relaja. Yo relajada, increíble, ¿verdad? Pues lo hago mucho, pienso entre agua o visualizando agua o dentro del agua,




Me gusta mirarla, tocarla y hacer submarinismo o flotando mientras me muevo suavemente. Pero odio nadar (yo y mis cosas), ya sabéis que soy vaga.


Apenas me dura un minuto esa relajación, quizás segundos. Bueno, vale, dejémoslo en milisegundos.



Necesito mi río, mi Sanabria, mi Embalse.




Yo desconecto así. Lo hago varias veces al día, respiro y recuerdo esos lugares que me hacen sentir así y es como si me teletransportara a ellos. Por eso me fijo en todo, en las ondas, los colores,..., hasta en el aire.


Pero esos escasos milisegundos me valen para seguir adelante, para seguir con mis rutinas, agobios y millones de pensamientos y planes al mismo tiempo.


Luego alguien te llama y te ancla de nuevo al mundo físico.


Te habla y te hace volver a la realidad.


Y se acerca.


Te hace sentir bien, porque te ayuda también a desconectar.


A escuchar y atender.


A sonreír y pensar en bonito.


A reírte a su lado.


Y a su lado se te olvida lo duro y lo malo.


Puedes seguir observando cómo se aleja.



Te hace sentir cosas bonitas.















Los parajes con agua, molan todo.

Besos,
Luna.

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