Ha sido una Semana Santa la mar de revoltosa.
Ya sabéis, los que nos seguís en redes, que después de andar como 5 horas (con lo que yo soy pá lo mío y el no deporte) nos quedamos sin coche en la Extremadura profunda (con deciros que hoy jueves todavía no lo tengo ni en el pueblo y ni os imagináis cómo estoy), sin arreglarlo y sin saber más, además de que llovía. Era la primera vez que viajábamos con Tera y la vuelta en plena operación retorno en taxi.
En fin, estoy que me subo por las paredes. Llevo cinco días que lloraría a la primera de cambio, estoy hecha una braga.
Así que necesitaba pensar en algo que me relajara un po. No me gusta estar así, aunque parezca una agónica. Me escapo mentalmente a sitios en los que he estado y me gustan para relajarme, me ayuda mucho, ya os enseñaré mis sitios calmus. Si alguna vez me véis tranquila (jaja, yo tranquila), bueno, menos histérica de lo normal pululando de un lado a otro, es porque estoy en alguno de los lugares que os enseñaré.
Recordé este viaje, un puente con el Pichu por Praga, hace varios años ya, pero sin prisas, leyendo, paseando en una ciudad cómoda, yendo a la Ópera, viendo la casa de la Alquimia, comiendo, no madrugando y juntos sin preocupaciones aparentes.
Creo que soy una mega llorona, porque me quejo de desahogo, sólo por eso, pero os prometo que soy muy feliz y soy tan afortunada que, aun con lo que os acabo de contar, me siento una privilegiada increíble.
No me puede gustar más el Otoño con sus colores marrones y naranjas.
Me ha encantado recordar esos días con el Pichu, esos días de ir por calles sin más, de entrar o no entrar a ninguna parte y reírnos juntos. De verdad, a veces pienso que nos complicamos sin querer, con lo a gusto que se puede estar estando sin más. ¿Por qué permito que nos compliquen la vida sin dar permiso para que lo hagan?
Y me encantó la peineta que nos encontramos.
En este viaje me dí cuenta que idealizar a las personas no sirve de nada, porque te pegas unos baquetazos increíbles. No soy de tener mucha gente, sólo de tener la mejor y cuando a veces te falla esa poca es duro; aunque tampoco tengo demasiado tiempo para pensarlo, ni en esos días y tampoco ahora.
Mucha gente se tiene que ir para que aprecies a esa única persona que nada a tu lado. Ufff, que a gusto.E n serio, que a gusto.
He disfrutado mucho recordando esos pequeños días.
Gracias por dejarme hablar en alto, gracias por estar a mi lado.
Leí, leí mucho y no necesitaba nada más, hacía que no leía y también me gustó retomar cosas que me gustaban de antes, pero otras he decidido que no voy a retomarlas nunca, que pasaron y se quedaron en Praga.
Un día os contaré qué me sucede con la lectura y el agua, pero eso es otra de mis Lunadas y os enseñaré cualquier otro paraje para meteros otro rollo tremendo. ¿De verdad leéis mis comeduras de cabeza o son imaginaciones mías?
Lo sé, no son las típicas fotos de Praga, pero hoy para mí, han sido las mejores.
Carpe Diem.
Besos,
Luna.
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