Ya pasó el día de la madre, tenía que haberos contado la historia y quizás ayudar a alguien, pero todavía no tengo demasiadas fuerzas así que he preferido callar. Ayer además, era el día de la madre en muchos lugares como Bruselas.
Estuve viendo este fin de semana el Libro de la Selva y me entró una llorera de mocos e hipo, yo allí en plena peli infantil con los kleenex, un cuadro, vamos. Pero la pobre loba cuidó y crío a un hijo que no era suyo y yo oía y sentía su miedo, su angustia y todo ese amor por poder cuidar a una cría humana que no era suya, pero a la que amaba con todo el alma y no podía dejar de llorar por no poderla cuidar.
Un día te teníamos y al siguiente desapareciste, otros brazos se debieron quedar contigo o, aún peor, sigues en una cunita sin que te pueda tapar y achuchar, no puedo pensarlo demasiado porque me hiere en extremo.
Perdónanos, no pudimos hacer más.
Te pienso mucho, muchísimo. No sólo valía quererte, tuvimos que tener suerte.
Creí que podría hacerte este regalo, mamá, veo el vídeo y me muero. Nos lo quería hacer a las tres.
Pero sin querer nos lo perdimos, ella, mi madre y yo.
No puedo de la pena y no puedo con ese amor que me ha quedado dentro. Ojalá, en algún sitio te estén cuidando y te abracen la mitad que lo haríamos nosotros.
Te seguimos queriendo a chorros.
Por Siempre jamás, Batiniña.
Besos,
Luna.
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